Así como lo oyes, el Delta del Orinoco, en el noreste de Venezuela, es una de las zonas que estará bajo las aguas en unos cuantos años, según el último informe publicado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático. Este destino, muy poco conocido, ofrece un paisaje con la vegetación y fauna propia de una inmensa llanura que está surcada por cientos de caños y ríos. La experiencia que ofrece Soco Adventures combina travesías por tierra y agua hasta el hogar de los waraos, esa etnia indígena que habita la zona desde hace cientos de años.
¿Dónde alojarse?
El Orinoco Delta Lodge, ubicado al borde del río, ofrece paquetes de varios días que llevan a los viajeros en botes para observar la vida silvestre y visitar a los habitantes de la etnia Warao. Es posible también hacer safaris nocturnos. En el 2023 se pueden organizar viajes desde Caracas por tierra o desde otras ciudades (dependiendo de la disponibilidad de vuelos). Si el viajero quiere, Soco Adventures pueden combinar su visita al Delta con un recorrido más amplio por otras zonas.
Habla como un experto
Si te interesa impresionar a tus amigos sobre los accidentes geográficos, hablar del delta te hará el rey de la fiesta. Un delta es una zona en forma triangular donde las aguas de un río desembocan en un río, un lago, un mar o un océano. Su nombre proviene de su similitud con la letra griega delta (Δ).
Lo importante es que puedas contar que nuestro Delta del Orinoco, uno de los más grandes del mundo, el río corre hacia el océano. Cuando se acerca, la tierra se separa y el río se divide en múltiples caminos o brazos de agua que crean complicados laberintos.
Entre tus historias podrás decir que cuando recorres la zona ves islotes en medio de los cauces o bancos de arena que cambian de tamaño. Aunque lo transites no verás ni una sola montaña, solo árboles imponentes que se aferran a la tierra o hunden sus raíces más allá del agua o el pantano.
Un manglar rojo, raro y único
El principal atractivo en esta zona está en contemplar la flora y la fauna del lugar. Cuando visites la zona, mira atento hasta descubrir el mangle rojo, único en el mundo. Crece en los bordes de los caños, y como todos los mangles tiene una alta tolerancia al agua salada. Lo peculiar de este árbol es que posee raíces gigantes que parecen zancos, como un ser sobrenatural que camina hacia el agua.
Hay algo poético en su forma de reproducirse: sus semillas germinan sujetas al árbol, pero cuando están maduras “se sueltan” y navegan libres por mucho tiempo hasta que encuentran el lugar perfecto para crecer. Son semillas viajeras en busca de su destino ideal.
El moriche da pa’todo
Por donde mires te lo encontrarás. Es una esbelta palma que los waraos llaman ojiru, que significa «árbol de la vida». Este nombre no solo hace referencia al mito de creación de los waraos, sino que también en una planta que le ofrece sustento.
Cuando las hojas se secan, usan sus fibras para tejer chinchorros y cestas que utilizan en su vida diaria pero también sirven como sustento pues se venden como artesanías para los turistas.
Los tallos de esta planta se utilizan para hacer harina blanca y fina llamada yuruma, la cual extraen de la médula del tronco. La harina tiene múltiples usos pero principalmente se utiliza para hacer una sopa que denominan ojidu aru jisabaja o «harina de moriche hervida». También con la yuruma elaboran un pan delgado de forma circular conocido como aru a mutu jisabaja o «pan warao».
Los frutos y semillas del moriche también se consumen. Los frutos maduros se machacan para formar una pasta llamada ojiguari o «queso de moriche». También se utilizan para preparar dulces, jugos y refrescos. El fruto del moriche posee cinco veces más vitamina A que la zanahoria y la espinaca.
Comer gusanos
En los tallos viejos del moriche se pueden encontrar gruesas larvas que los waraos llaman ojidu a mo. Ellos las comen crudas, fritas o hervidas como fuente de proteínas. Aunque las de moriche son sus predilectas también consumen los gusanos que se encuentran en árboles como el temiche, la manaca, el seje, la macanilla, el guinamoru, entre otros. También degustan las larvas de las abejas y las avispas.
Bebidas deltanas
Las bebidas típicas son el nojobo que es un guarapo dulce y cristalino que se obtiene cuando con un hacha se hacen cortes en el tronco del moriche. Al ser cortado aparece un líquido azucarado que si lo dejan fermentar se convierte en una bebida embriagante por la cantidad de alcohol que contiene.
También el refrescante carato de moriche. De la palma manaca obtienen el palmito, llamado yabakaba, que significa cogollo en lengua warao.
Animales de río y selva
Los expertos estiman que en el delta conviven 120 especies de mamíferos, 286 de aves, 36 de reptiles, 19 de anfibios, 352 especies de peces y cientos de crustáceos, moluscos, insectos y otros invertebrados.
Hombres de agua
La etnia warao, que habita el delta, hoy en día constituyen la segunda etnia más numerosa de Venezuela. Warao significa «gentes de agua o de curiara», una embarcación de madera muy angosta hecha de un solo árbol.
Su riqueza cultural está vinculada al río, y por eso la curiara son sus “segundos pies”, pues le permite navegar por los caños, donde practican la pesca como principal fuente de sustento. Entre ellos son únicos en el mundo el picure del delta, la comadrejita deltana y el ave telegrafista punteado.
Vivir sobre las aguas
A la vivienda de los warao se le llama palafito. Se construye en la orilla del río y se eleva sobre el nivel del agua por medio de unos pilotes hechos de tronco de palma de manaca, que se entierran en el barro.
La vivienda se construye con madera de mangle y cachicamo, y el techo que la cubre se hace de una palma llamada temiche. También se usa el moriche para la estructura y el techo.
Su forma es rectangular y originalmente no tenían paredes. En el interior, cuelgan los chinchorros de moriche. Un patio sin techo sirve de espacio para descargar alimentos y utensilios, y también como muelle para atracar las curiaras. Para comunicarse entre los palafitos se utilizan pasarelas también elevadas en pilotes.
De esta forma, las viviendas se adaptan al entorno y ofrecen un refugio a sus habitantes.
El Delta parece un mundo perdido donde el impacto humano se limita principalmente a viviendas sobre el agua y comunidades indígenas que llevan una vida sencilla en armonía con el entorno natural. Pocas comunidades indígenas en Venezuela todavía conservan la pureza de su tradición ancestral. No importa lo que yo te cuente, solo necesitas tener el valor de vivir esta experiencia.